¿Qué es la obesidad infantil?
Se considera obesidad a un exceso de peso corporal, a expensas fundamentalmente de la masa grasa, situación que altera la salud del individuo y lo pone en riesgo de desarrollar una enfermedad crónica. Clínicamente, un niño se considera obeso cuando su peso supera en más de un 20% el peso medio ideal para su edad, talla y sexo. Para mayor certeza diagnóstica, esto debería ser complementado con algún índice que permita estimar grasa corporal, como por ejemplo, la medición de pliegue tricipital.
El peso para la edad, en forma aislada, no es un buen indicador porque pueden ser catalogados como obesos niños con talla por encima de la media o niños con mayor desarrollo muscular y cantidad normal de tejido graso, o a la inversa, ser considerados normales niños de baja estatura con escasa masa magra y exceso de grasa corporal.
Causas de la obesidad infantil.
En el origen de la obesidad participan el aumento de la ingestión de calorías, la disminución del gasto energético y factores genéticos.
La obesidad se produce por una alteración en el balance energético, en el cual la ingestión de energía en los alimentos excede el consumo energético por parte del organismo y, por lo tanto, el exceso se almacena como triplicados en el tejido adiposo. Los períodos más sensibles o de mayor riesgo para que esto ocurra son el primer año de vida y la pubertad debido a que, por cambios en la composición corporal, la masa grasa tiene un incremento más acelerado en estas etapas.
Los factores ambientales que contribuyen al desarrollo de obesidad son múltiples, siendo los más destacados la sobrealimentación y el sedentarismo.La menor actividad física, producto de las condiciones de vida moderna, el reemplazo de las actividades recreativas al aire libre por visitas a centros comerciales y el uso masivo de la televisión y el computador como pasatiempos han contribuido a fomentar un estilo de vida cada vez más sedentario.
Dado que la familia cumple un rol preponderante en relación al desarrollo de hábitos alimentarios y al establecimiento de patrones de actividad física que pueden favorecer o desalentar la obesidad, la intervención a este nivel debería ser usada como herramienta preventiva.
Con respecto a la influencia genética, se sabe que los hijos de padres obesos tienen mayor probabilidad de ser obesos, especialmente si ambos padres lo son, y también existe una alta correlación de obesidad en gemelos univitelinos criados en una misma familia o por separado, como lo han demostrado diversos estudios. El mecanismo de acción aún no está claro, pero existen algunas evidencias que sugieren una mayor eficiencia en el aprovechamiento de la energía.
En menos del 5% de los casos la obesidad es secundaria a enfermedades endocrinas o genéticas específicas.
Los niños con sobrepeso, cuando se comparan con niños en peso saludable, son más propensos a desarrollar muchos problemas de salud como colesterol y presión arterial alta, que se relacionan con enfermedad cardiaca en la adultez. La diabetes de tipo 2, antes considerada una enfermedad adulta, se ha incrementado considerablemente en niños y adolescentes con sobrepeso. Los niños con un peso saludable están libres de estas enfermedades relacionadas con el peso y corren menos riesgo de desarrollarlas en la adultez.
Los propios niños perciben la consecuencia más inmediata de tener sobrepeso en la discriminación social y la baja autoestima. En un estudio reciente de Schwimmer, et.al. (2003), los niños obesos calificaron su calidad de vida con puntajes tan bajos como los de los pacientes jóvenes con cáncer o quimioterapia. En el estudio, 106 niños de 5 a 18 años completaron un cuestionario que los pediatras utilizaron para evaluar temas de calidad de vida. Se les pidió a los niños que calificaran cosas como su capacidad para caminar más de una cuadra, hacer deportes, dormir bien, congeniar con los demás y tener un buen rendimiento escolar. Los resultados indicaron que las burlas en la escuela, las dificultades para hacer deportes, el cansancio, la apnea del sueño y otros problemas relacionados con la obesidad afectaron profundamente el bienestar de los niños obesos. Notablemente, los padres respondieron a los mismos cuestionarios y sus calificaciones del bienestar de sus hijos fueron incluso inferiores a las propias calificaciones de los niños.